Cuatro años

 

A los cuatro años "poseía poesía" y el tiempo no me abrumaba. Mis sueños tenían color y textura: de manera imprevisible atraía a los árboles, a las aves, a las risas... repelaba la espuma de los cielos con las manos.

A los cuatro años guardaba mis secretos amores con las pinturas y los dulces adivinando sus seducciones. Les implantaba a mis muñecos motores microscópicos para que condujeran un camión de bomberos imaginario; creía con muchas ganas que aquellas caricaturas eran gente con botargas que por mí estaban actuando.

A los cuatro años salir a la calle era contener batallas con el aire; y me gustaba no porque ganase, sino porque hacía trampa. Como no entendía la importancia que le daban a las horas, una o dos veces a la semana desataba con luz en la boca los vestidos de las frutas para dejarlas desnudas sobre la mesa de palo, admirando su belleza.

A los cuatro años no sabía escribir.

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