(El respiro es sólo un pretexto)
como en una ceremonia
te mostraste ante mí
dejando correr la música fuera de nosotros
tu alivio y tus piernas me cobijaron
sin ningún milímetro por descubrir
nos vestimos de tacto con la fuerza que jamás volverá
Al fin te soltaste el cabello y las riendas,
la libertad por la que tanto luchamos nos encontró;
abrazado a tu pecho
me amaneciste los labios
tu rostro
infinito.
Completos
tus ojos míos vi,
Diciendo tú: No quiero que nos vayamos nunca
Diciendo yo: No quiero desasirme de la belleza
Diciendo en el mismo instante: No quiero desarmarme.
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