Arrojo la totalidad de mis anclajes hacia tus centros



Arrojo la totalidad de mis anclajes hacia tus centros
como atraído por el raudal luciente de tu piel,
mi trémula natación avanza, llamándote delicia audaz,
alquería de mis proezas, orla de mi sed,
balcón donde puedo mirar el vasto fuego del alba.

He de reconocer en ti la fuente de mis pasiones,
el lecho de mis gaviotas, la desembocadura de mis mares,
Numen travieso, prodigioso, apenas visto,
he de arropar en ti el follaje de mis sueños,
la limpidez de mis acordes, el algodón de mis horas muertas.

Arrojo la totalidad de mis anclajes hacia tus centros
como atraído por el frescor ardiente de tu piel
y expongo al cielo mi pecho abierto,
sí, este bombeo de corazón vidente,
esta ínsula de sangre embelesada.

He de abalanzar en ti mis peces alados al oleaje de tu melena,
mis condecoraciones y mis alhajas al vértigo de tu lengua princesa,
porque cabes perfectamente en mis versos,
eres adecuada para sus rayos de luna y sus ecos de madera,
le das lugar a sus trenes de cadencias,
a sus embalajes de diminutas flores,
a sus trapecios y a mis ojos vendados.

Por ello estremezco,
porque sé que he de propagar en ti mi alma atónita
al retomar el juego
de tu boca desarmante.

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